Todos asociamos nuestro hogar a un lugar cálido en el que nos sentimos fuertemente protegidos, un refugio en el que pasar el tiempo con nuestra familia, sobre todo en esta época fría del año. Pero también es el lugar en el que existen más posibilidades de que suframos algún accidente. Lógicamente, los niños son los que los sufren con mayor frecuencia. Su natural ignorancia, la despreocupación o debilidad, junto con su energía, los convierten en el segmento más indefenso del núcleo familiar.

Las contingencias más frecuentes son las caídas, las intoxicaciones, las alergias, las quemaduras, los incendios y explosiones, la electrocución, la asfixia respiratoria, los golpes y, por último, las heridas. Muchas de estas eventualidades pueden ser evitadas fácilmente siguiendo algunas de las recomendaciones que propone el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (Cpfcm).

  • Fijar las estanterías a la pared.
  • Evitar que el suelo quede resbaladizo por un exceso de cera.
  • Proteger las ventanas que se encuentren a menos de un metro del suelo.
  • No subirse a mesas o superficies inestables para alcanzar objetos a otra altura.
  • Señalizar las puertas de cristal de una sola pieza, para que se advierta su presencia.
  • Pedir ayuda para transportar elementos voluminosos aunque no sean pesados.
  • Cerrar armarios y cajones, así como fijar topes en su interior para evitar que se caigan encima de quien los abra.
  • Si hay que cargar peso, hacerlo con las rodillas flexionadas, la espalda recta y los pies ligeramente separados. Si se quiere colocar un objeto en algún estante o balda, a una altura superior a la de nuestro pecho, utilizar una escalera estable de escalón evitando, en la medida de lo posible, ponerse de puntillas.