Lo que nos ocurre cada día sucede siempre por alguna razón. No ocurre porque sí o, como dicen algunos, por culpa del destino. Como decía Fito y los Fitipaldis en una de sus canciones: “tu destino dicen que ya está escrito, el mío tengo que escribirlo yo”.
Nosotros, creemos en el presente y trabajamos por un futuro mejor, asegurándonos en ofrecerte la mejor compañía en este viaje de tu vida. Un viaje que queremos cuidarlo y asegurarlo, para que fluya con total naturalidad. La clave es rodearse por los mejores profesionales cuidando hasta el mínimo detalle.
Sentirse seguro y protegido siempre ha sido uno de los objetivos que hemos ido desarrollando a lo largo de la historia. De hecho, ya las antiguas civilizaciones griega y romana, efectuaban lo que se denominaba los contratos a la gruesa, es decir, un tipo de contrato marítimo según el cual prestaban dinero u otros bienes a un naviero y se obligaba al prestamista a asumir el precio del riesgo del viaje.
En la Edad Media, las asociaciones religiosas solían colectar y distribuir fondos entre sus miembros en el caso de muerte de alguno de ellos. En la época de las cruzadas, el préstamo a la gruesa evolucionó hasta el punto de que se podía asegurar un buque y su carga mediante al pago de una prima fija. Eso sí, el asegurador era todavía un comerciante individual, aún no existían las compañías aseguradoras y así fue hasta el Renacimiento.
Hacia el año 1500, aparece en Hamburgo una primera manifestación del seguro de daños, al conocerse la existencia de unas “Cajas” especiales de propietarios cuyo fin era exclusivamente agruparse para socorrerse en caso de incendio.
En Londres, el seguro estuvo directamente vinculado al auge de los cafés, que se convirtieron en el centro de los negocios y la vida política. El Café-taberna Lloyd’s fue una verdadera bolsa de seguros, donde los suscriptores aceptaban y distribuían coberturas entre ellos, sin constituir una organización formal hasta que finalmente se convirtió en la primera asociación de aseguradores particulares.
Es en esta época cuando el seguro tiene un avance significativo, surge entonces una gama de coberturas que asegura daños por riesgos personales y naturales, etc.
En 1583, aparece la primera póliza conocida de seguro de vida.
En 1802 se crea en Toulouse una gran mutua de seguros, continúan trabajando nuevas entidades en otras ramas de seguro de accidentes, de responsabilidad, etc. y se crea el reaseguro, así como la participación de los asegurados en los beneficios de las empresas.
En definitiva, la historia nos muestra una evolución fluctuante del seguro. Aun así, hoy en día el seguro es para algunos todavía un gran desconocido y, sin embargo, resulta fundamental para asegurar nuestro bienestar y calidad de vida. Por eso en Lagun Aro, te ayudamos a escribir tu propio destino, sin sobresaltos.