Si te decimos que la manera de medir la solvencia de las aseguradoras europeas ha cambiado recientemente, es probable que no te diga mucho. Explicar lo que es la solvencia en un post no es tarea fácil, pero vamos a intentarlo.
¿De dónde viene todo esto?
Al igual que los bancos (las aseguradoras también son entidades financieras) han tenido que adaptarse a nuevas regulaciones, las compañías aseguradoras han tenido que adaptarse a Solvencia II. Pero esto viene de lejos. Ya antes de la crisis financiera se empezó a elaborar una normativa común para los seguros en Europa. Desde entonces han pasado 15 años y la normativa está en vigor desde el 1 de enero del año 2016. Lleva por nombre Solvencia II.
¿Para qué una nueva normativa?
Solvencia II es el nuevo régimen de evaluación de riesgos y cálculo de requisitos de capital del seguro, que entró en vigor el 1 de enero de 2016, y para el que todas las aseguradoras hemos estado adaptándonos durante años.
Se trata de un régimen de solvencia basado en los riesgos que asumimos las entidades aseguradoras, es decir, cuanto mayor riesgo asumamos (en nuestro negocio, en nuestras inversiones etc.) mayor capital tendremos que tener disponible como garantía para asegurados, inversores y sociedad en general.
Lo que pretende Solvencia II es dotar al sector de los seguros de un marco normativo que nos permita gestionar mejor los riesgos, aumentar la competitividad, mejorar nuestros productos y garantizar la solvencia a nuestros asegurados, inversores y sociedad en general dotándolo para ello, de mayor transparencia basada en mayor información a disposición del mercado y del regulador.
Y esto beneficia no solo a las compañías sino también a los consumidores, ya que convierte la gestión del riesgo en un proceso transparente. Mejorará la información y habrá más y mejor competencia.
¿Por qué el seguro es diferente a otros productos?
Los seguros son un producto un poco especial. Los economistas le llaman “ciclo de producción invertido”, porque primero se cobra la prima, y luego se paga el siniestro.
En un ciclo de producción normal primero generas los costes y luego pones el precio. Por ejemplo, compras la tela, la cortas, la coses y luego vendes el traje en función de lo que te ha costado hacerlo. Sin embargo, en el seguro, primero pones el precio y luego generas los gastos (como si vendieras el traje y después te pusieras a producirlo).
Como explican en Estamos seguros, la campaña en la que participa también Seguros Lagun Aro, cuando existe un ciclo de producción invertido se produce una situación incierta.
El momento en el que la aseguradora recibe el dinero (prima) es anterior al momento en que va a tener que gastarla (cuando paga la prestación, es decir, repara la gotera, manda una grúa para el coche, abona una consulta médica…,); en ocasiones, de hecho, ambos momentos están separados por mucho tiempo (hasta décadas en algunos seguros de vida). Como consecuencia el cliente, que paga la prima, tiene derecho a contar con una garantía de que el asegurador no sólo tiene dinero hoy, sino que lo va a tener mañana, pasado mañana o dentro de veinte años. Esa garantía es la solvencia.
Entonces, ¿cómo se calcula la solvencia de un seguro?
La solvencia está marcada por tres variables:
- el pago de prestaciones: cuando el seguro paga una prestación está dejando claro que tiene capacidad para pagarlo, es decir, es solvente.
- las provisiones: el seguro guarda el dinero necesario para cumplir con ese pago, es decir, es consciente de que va a tener que realizar un pago en algún momento y acumula fondos para ello.
- y la siniestralidad. Además de pagar a sus clientes por los problemas que les pueda surgir, la actividad aseguradora también depende de “lo que pueda pasar”. Es decir, una variable aleatoria: ¿habrá catástrofes?, ¿variará la prima de riesgo?, ¿habrá alguna epidemia?…
Éstas y otras muchas cosas tienen impacto en el negocio asegurador, y podrían generar pérdidas inesperadas a las aseguradoras. Por eso, la legislación obliga a los aseguradores a constituir un margen de solvencia, que es una especie de “dinero colchón” que responda por estos imprevistos.
La ley fija un mínimo que deben de tener esos fondos de solvencia, pero habitualmente las aseguradoras lo superan. En 2016, los fondos propios de las aseguradoras españolas duplicaron el capital de solvencia exigido por Solvencia II. Y en el caso de Seguros Lagun Aro, el margen de solvencia vida alcanzó el 227,5% y el 247,6% de no vida según la última memoria de RSE publicada. Son, por así decirlo, más que solventes.