No es lo mismo asegurar una furgoneta que utilizas a diario para transportar materiales o realizar tus desplazamientos de trabajo, que un vehículo que lo conduces el fin de semana para hacer planes de ocio con tu familia. El uso que le des, que va también ligado a tu profesión, va a determinar en gran medida el precio de tu seguro.
Las compañías aseguradoras calculan las primas en función de muchas variables que afectan a la probabilidad de accidente. Entre esas se encuentra el uso que hacemos de nuestro automóvil.
Evidentemente, si utilizas el vehículo para realizar una actividad comercial (transportar mercancías, hacer visitas comerciales, etc.) el riesgo es mayor que si es para un uso familiar, ya que las circunstancias e intensidad con la que se realiza la conducción se incrementan.
Por eso, es muy importante que a la hora de asegurar tu coche, comuniques a tu compañía el uso que le vas a dar: si es particular (para transportar tus cosas o a personas de tu entorno); o por el contrario, público, es decir, vas a transportar propiedades ajenas o personas cobrando por ese servicio.
Este último caso supone un agravante muy relevante del riesgo de siniestro. Además, dentro de ambas posibilidades, el uso concreto puede ser bien diferente. Es muy importante una correcta declaración para no tener problemas en caso de siniestro.