Cuando nos vemos implicados en un accidente de tráfico es lógico sentirse alterado o conmocionado, los primeros síntomas que encontramos son: inestabilidad, confusión y dolor muscular.
Normalmente estos sucesos derivan en una serie de traumas, entre ellos encontramos el trastorno de estrés postraumático (TEPT) que aparece cuando una persona ha vivido o sido testigo de una experiencia traumática con riesgo de su vida, ante la que se da una respuesta emocional de miedo intenso, horror e indefensión. Es probable que después de ese hecho se desarrolle el TEPTE o el (TEA) el caso del Trastorno por Estrés Agudo.
Diferentes autores han señalado que las personas que han sobrevivido a un accidente de tráfico también pueden desarrollar un cuadro de síntomas postraumáticos característico, y que se ha denominado Subsíndrome del Trastorno por Estrés Postraumático (STEPT). Esta afección se caracteriza por un miedo intenso a que el accidente se pueda volver a repetir y por un incremento en la desconfianza e inseguridad, tanto en la conducción como en el pasaje.
Las consecuencias de un accidente de tráfico pueden ser muy graves y pueden llegar a modificar la actitud de las personas, por ello es recomendable buscar ayuda psicológica.
En primer lugar, después de sufrir un accidente de tráfico debes averiguar si tras la experiencia aparece algún tipo de manifestación postraumática y comprobar si la evolución de la sintomatología tiende a disminuir con el paso del tiempo de forma natural. Pero debes estar alerta pues los síntomas pueden aparecer incluso hasta seis meses después.
Hay quien apoya la idea de que este tipo de traumas se superan con el tiempo de manera natural, pero aún así pueden dejarnos una huella emocional importante, que queda latente en nuestra memoria y que puede aparecer en cualquier momento. Por todo esto, es imprescindible para nuestra salud mental acudir a un especialista.