Si algo ha caracterizado siempre a este país es la picaresca y el ingenio de muchos de sus ciudadanos; dos ingredientes claves para cometer estafas o intentos de estafas a las aseguradoras. Algunas son realmente sorprendentes.
La noticia más reciente, de enero de 2016, es la de un valenciano que se amputó la mano y quemó su coche en un intento por cobrar la indemnización de su aseguradora, aunque lo único que ha conseguido es quedarse sin coche y sin mano; y se enfrenta a una condena de cuatro años de cárcel, una multa de 3.000 euros y la obligación de devolver a las compañías aseguradoras a las que engañó, los 335.000 euros que percibió como indemnización por el falso accidente.
Otro caso reciente es el de un ciudadano que fue embestido por un toro en un encierro, pero que declaró que se le había caído una valla encima mientras presenciaba el mencionado espectáculo. Un vídeo publicado en redes sociales desmintió su coartada y demostró que la fractura de sus dos piernas se debía a su participación en el festejo; circunstancia ésta que estaba excluida en las coberturas del seguro.
Otro caso llamativo es el de otro individuo al que se le ocurrió la brillante idea de denunciar el robo de su vehículo a punta de pistola el mismo día que cerró su venta. Curiosamente, el día en el que declaraba haber sido atracado, constaba la transferencia de ese mismo vehículo. Una sencilla investigación puso la verdad sobre la mesa.
En definitiva, que intentar estafar al seguro nos puede salir muy caro.