Si vives en una comunidad de vecinos, probablemente ya hayas puesto cara y situación a aquel vecino con el que tuviste más de una palabra subida de tono. Y es que la convivencia no es fácil y las comunidades de vecinos son especialmente sensibles a sufrir problemas y roces entre sus vecinos. Las razones son muchas. Te contamos algunas de las más habituales:
- El dinero siempre es una fuente de conflictos. En el momento en que hay que asumir gastos comunes como, por ejemplo, las derramas para realizar obras como la sustitución del ascensor, el arreglo de la fachada, etc. la polémica está servida. Se trata de gastos que deben ser aprobados por la Junta de Vecinos y lo normal es que siempre haya alguno que ponga trabas o que no quiera pagar. Solucionar los conflictos es la mejor solución pero se puede incluso llegar a los tribunales. Hay casos incluso en los que la comunidad puede aceptar que un vecino quede eximido del pago, por ejemplo, de un ascensor si la comunidad no disponía de uno anterior. En otros casos, solo se necesita un 33% de los votos para aprobar la medida y, en ese caso, el vecino que no quiera pagar, no puede utilizar la infraestructura instalada.
- La presencia de mascotas suele acarrear quejas debido a los ruidos o la falta de higiene que puedan tener los animales.
- Los ruidos dentro de las viviendas, como la música a todo volumen o fiestas nocturnas son otra fuente inagotable de conflictos.
- Obtener el certificado energético del edificio es un trámite que deben pasar todas las comunidades y que puede ocasionar conflictos si los vecinos se niegan a asumir el coste, pero en este caso, la ley obliga a todos los vecinos a pagar la parte que les corresponda.
- Los vecinos maleducados, que no saludan o molestos, son otra fuente que genera “mal ambiente” en una comunidad. Ante ellos, lo único que podemos hacer es resignarnos o ignorarlos.